EL PAPEL DE LA MUJER EN LA EPOCA DE LA COLONIA
Condiciones de vida en la colonia y estado en que se encontraban al iniciarse la vida republicana
La educación de las mujeres fue bastante rígida, pues incluso hasta en el comer se les restringía. S e les enseñaba a mortificar los sentidos para combatir la sensualidad, a comportarse como sordas, ciegas o mudas frente a la música que no fuera eclesiástica, o frente a conversaciones «no propias de su condición». El discurso que daban las madres a sus hijas indicaba que solo con la obediencia y el estricto seguimiento de sus consejos podrían llegar a ser mujeres virtuosas, aptas para el matrimonio.
La educación comprendía lo que era preparación para representar a la señora de su casa, esposa y madre, lo cual se denominaba «regir la casa», cargo que se le establece en el modelo oficial desde el canon de la Iglesia y del Estado, el cual visualiza una mujer consciente del papel que le ha sido asignado; si quiere ser aceptada socialmente se cuidará de representar los símbolos de la santidad y el honor: o es monja o es esposa; si quiere representar los símbolos del pecado y la malicia, será mujer de tratos camales no santificados: adúltera, amancebada, concubina, prostituta, mujer de los ámbitos públicos alejada del ambiente que por naturaleza le tocaba.
Estos modelos de mujer, permanecieron uno como modelo a seguir, el otro como estigmatización condenatoria moral y socialmente no solo de las mujeres también de su familia si aún estaban bajo su tutela, o de su esposo si ya estaba casada, o de los confesores, las prioras y las duras reglamentaciones de los conventos. Sin embargo fueron éstas últimas mujeres, las únicas que pudieron acceder a una cierta vida intelectual y de formación superior.
Nos referimos a que el proceso mismo de colonización del territorio, exploración e incorporación de fronteras, sometimiento de comunidades indígenas, lejanía de los yacimientos mineros, el lento proceso de “extirpación de “idolatrías” e infiltración de la iglesia católica en las mentalidades étnicas no occidentales, crearon una especie de “interregno” en que los hombres y autoridades no tenían mayor tiempo de reparar y “controlar” los roles que las mujeres estaban ejerciendo. Actividades que además se hacían necesarias en tanto que suplían el sostenimiento y mantenimiento tanto de las familias, como de núcleos poblacionales. Es así, como desde la temprana colonia, muchas mujeres pertenecientes a las llamadas “castas” o “libres de todos colores” de los valles interandinos y costeros, en las pequeñas o populosas villas y ciudades, o en los alejados poblados, pudieron dedicarse a la atención de pequeños negocios de chicherías, pastelerías, dulcerías, poseían asiento en los mercados de abasto, se dedicaron al servicio doméstico, al mazamorreo de oro, al trabajo en las mina, en sembradíos y en artesanías.
Encontramos indígenas de alto rango étnico dirigiendo encomiendas y cacicazgos, hallamos a blancas.
Condiciones de vida en la colonia y estado en que se encontraban al iniciarse la vida republicana
La educación de las mujeres fue bastante rígida, pues incluso hasta en el comer se les restringía. S e les enseñaba a mortificar los sentidos para combatir la sensualidad, a comportarse como sordas, ciegas o mudas frente a la música que no fuera eclesiástica, o frente a conversaciones «no propias de su condición». El discurso que daban las madres a sus hijas indicaba que solo con la obediencia y el estricto seguimiento de sus consejos podrían llegar a ser mujeres virtuosas, aptas para el matrimonio.
La educación comprendía lo que era preparación para representar a la señora de su casa, esposa y madre, lo cual se denominaba «regir la casa», cargo que se le establece en el modelo oficial desde el canon de la Iglesia y del Estado, el cual visualiza una mujer consciente del papel que le ha sido asignado; si quiere ser aceptada socialmente se cuidará de representar los símbolos de la santidad y el honor: o es monja o es esposa; si quiere representar los símbolos del pecado y la malicia, será mujer de tratos camales no santificados: adúltera, amancebada, concubina, prostituta, mujer de los ámbitos públicos alejada del ambiente que por naturaleza le tocaba.
Estos modelos de mujer, permanecieron uno como modelo a seguir, el otro como estigmatización condenatoria moral y socialmente no solo de las mujeres también de su familia si aún estaban bajo su tutela, o de su esposo si ya estaba casada, o de los confesores, las prioras y las duras reglamentaciones de los conventos. Sin embargo fueron éstas últimas mujeres, las únicas que pudieron acceder a una cierta vida intelectual y de formación superior.
Nos referimos a que el proceso mismo de colonización del territorio, exploración e incorporación de fronteras, sometimiento de comunidades indígenas, lejanía de los yacimientos mineros, el lento proceso de “extirpación de “idolatrías” e infiltración de la iglesia católica en las mentalidades étnicas no occidentales, crearon una especie de “interregno” en que los hombres y autoridades no tenían mayor tiempo de reparar y “controlar” los roles que las mujeres estaban ejerciendo. Actividades que además se hacían necesarias en tanto que suplían el sostenimiento y mantenimiento tanto de las familias, como de núcleos poblacionales. Es así, como desde la temprana colonia, muchas mujeres pertenecientes a las llamadas “castas” o “libres de todos colores” de los valles interandinos y costeros, en las pequeñas o populosas villas y ciudades, o en los alejados poblados, pudieron dedicarse a la atención de pequeños negocios de chicherías, pastelerías, dulcerías, poseían asiento en los mercados de abasto, se dedicaron al servicio doméstico, al mazamorreo de oro, al trabajo en las mina, en sembradíos y en artesanías.
Encontramos indígenas de alto rango étnico dirigiendo encomiendas y cacicazgos, hallamos a blancas.
que si las mujeres de esa epoca y las de esta epoca fueramos iguales no se beria tanta mujer trabajadora sexual en nuestro pais y hubiera mas mujeres humildes en el mundo
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